PILAR QUIROSA-CHEYROUZE JUAN JOSÉ CALLEJÓN Viernes, 28 diciembre 2007
SE nos va este año de 2007, con particulares historias y momentos añadidos a cada vivencia, con encuentros, ilusiones, alegrías, pérdidas, y también con la esperanza centrada en ese devenir de las horas vividas y, si el azar lo permite, las que nos quedan por vivir.

Hoy quiero recordar, desde este Puerta Purchena, espacio en el que los compañeros de IDEAL nos encontramos desde hace más una década con los lectores, a una persona llena de vitalidad y optimismo, alguien que ha sabido alegrarnos durante mucho tiempo las mañanas desde la radio. Tiene nombre de mujer: Mari Nieves Artero.
Desde la serenidad y la fortaleza, desde ese amor que sabe impregnar a sus seres más queridos, Mari Nieves, eternamente jovial, ha estado más de cuatro décadas al frente de un micrófono para trasmitirnos su interés por el devenir sociocultural de la provincia. En un primer momento y por aquel entonces, años sesenta, desde la sede de Radio Popular, ubicada en la calle Cardenal Herrera Oria, cercana a Altamira, en un servicio público, cercano, lleno de ingenio y simpatía, como era el encuentro diario y esperado con los radio oyentes. Una época en la que no existía conexión con Madrid excepto en lo referente a las noticias, el llamado parte informativo. Eran años de esperanza en el porvenir, lejanos aún los cambios sociales y económicos de esta provincia, horas de entretenimientos varios, como las radionovelas, o aquella secuencia, que hoy se recuerda con cierta añoranza, porque era la radio que escuchaban nuestros padres, el espacio de los discos dedicados, instantes que hacían de la radio un encuentro mágico, intenso y participativo.
Los mejores sentimientos se esbozaban a través de la petición de aquellas canciones que tenían un destinatario, mediante una declaración de amor, una promesa, un emblema de afecto. ‘Madrecita María del Carmen’, cantada por nuestro almeriense Manolo Escobar. El valor de una madre. La entrega que Mari Nieves dedica en estos momentos a la suya, con toda la fuerza y la inmediatez del cariño. Años inolvidables, con locutores entrañables, como Pototo o Paco Moncada, luego director de la emisora. Muchos descubrimientos, nacidos desde la historia de las ondas.

A las doce del mediodía, hora mágica, y ya desde los micrófonos de la COPE, en la calle Padre Luque, junto a correos, Mari Nieves convocaba a sus oyentes y tomaba el pulso de la vida social de la provincia. Recuerdo, muy especialmente, el trato que siempre dio a los temas culturales llevados a cabo desde el Ateneo de Almería, en una época donde brillaron más las luces que las sombras. A nuestro lado, gente buena, gente noble, como la profesora Mari Carmen Brotóns, gran amiga de Mari Nieves, quien siempre reseñaba los actos más representativos: presentaciones de libros, conferencias, actuaciones musicales, con aquellas aperturas y clausuras del curso cultural, en una época en la que celebramos, también con ella, el XXV Aniversario. La echamos de menos. Mari Nieves Artero ha dejado una gran impronta en el tiempo de Almería.
PILAR QUIROSA-CHEYROUZE Viernes, 9 marzo 2007

ASÍ rezaba el título de una de las canciones de los años 70, interpretada por el recordado Carlos Cano. Aquellas grabaciones de impactante contenido, ataviadas de gracejo andaluz, y acompañadas de fina ironía y palpable juego de denuncias. El LP ‘A la luz de los cantares’ anticipaba en el año 77 muchos avatares, demasiadas realidades por venir, antes de que existiesen dilemas interminables como el propiciado por la construcción del hotel Algarrobico, o la existencia de supuestas bolsas de basura, llenas de dinero contante y sonante, procedentes de las arcas del municipio marbellí. Unos casos que darían, qué duda cabe, para numerosas composiciones musicales, muchas de ellas ya instituidas en letras de murgas y comparsas carnavaleras. Por algo, ya cantaba Carlos Cano aquello de ‘política no seas ‘saboría’/ y arrímate un poco al querer/ que no se te escape la ‘vía’/ por esa herida que abre el poder’.
El poder: la gloria, mismamente, que diría más de un listillo con ganas de prosperar con dinero fácil, cómodo y rápido. También lo decía Carlos Cano: ‘Ay, ¿cómo me voy a callar?/ ¿cómo no me voy a creer?/ que el que no cambia deprisa/ tenga en Suiza ‘musho parné’. Sí, señor, el vil metal, primordial objeto de deseo para tantos representantes de la especulación. Se levantan pensando en hacer cuarenta llamadas de móvil, para negociar otras cuarenta más y multiplicarlas por ochenta o por cuatrocientas, si ello fuera posible. Y se acuestan pensando en convencer a Fulanico, a Menganito y a Platanico, con la intención de incrementar la bolsa.

Desmanes urbanísticos asolan nuestras costas. Ya no hay que mirar para Benidorm, que es lo que siempre se hace. Ni para Marbella, que bastante tienen. Nada. No hay que poner el ojo en la Costa de Azahar, ni en la Costa de la Luz ni en la Costa del Sol. Ni en las tierras galas de la Costa Azul. No hay que irse tan lejos. Basta con echar un vistazo por nuestras costas.
Macroproyectos urbanísticos y especulativos, que son verdaderos zarpazos para el entorno medio ambiental y para la conservación del patrimonio natural y arquitectónico. Parques naturales, sí, en Cabo de Gata y en los Vélez, donde priman demasiados intereses creados.

Sin conciencia no hay protección. Y aquí ha de primar la normativa vigente. Mucho más allá de intereses particulares, que los hay a miles. Hay que preservar la naturaleza frente a los desmanes urbanísticos indiscriminados. Hay que proteger las señas de identidad del pueblo: su tranquilidad y el sosiego mantenido durante tantos años en zonas de clara tradición agrícola. Hay que expulsar los intereses especulativos que sólo intentan llenar sus propios morrales levantando chalets en primera línea de playa.
Los partidarios del llamado desarrollo sostenible son los primeros que han de dar ejemplo para acabar con el urbanismo depredador. Y si no, volvamos a recordar un tema de Carlos Cano: ‘Se juntan cuatro granujas/ y a ‘tos’ nos estrujan/ al multiplicar’. Entonces eran pesetas, ahora son euros. Pero, para el caso, estamos en lo mismo. Hay que empezar a pensar con criterios racionales.
PILAR QUIROSA-CHEYROUZE Viernes, 25 julio 2008

FUE un verdadero placer acompañar hace pocas fechas -en la sala cultural que lleva el nombre de uno de los escritores más admirado y relacionado con nuestra tierra, Juan Goytisolo-, a los amigos del Grupo Espartaria, con quienes pudimos convivir recientemente en Lorca, en una jornada de hermanamiento, con motivo del II Encuentro en la Frontera, junto a poetas murcianos, granadinos y almerienses.

Y volvimos a reencontrarnos con motivo de la presentación de dos libros: ‘Óxido’, de Inmaculada Pelegrín, Premio Internacional de Poesía Gerardo Diego, poeta ligada a esta provincia desde su infancia vivida en Albox, y la Antología Poética ‘Diez de Diez’, unos trabajos presentados, respectivamente, por Juan José Ceba, profesor y escritor, alma máter del Colectivo Hualí, y Antonio Ortega, autor del prólogo, profesor y crítico. Un acto celebrado gracias a la iniciativa de la Asociación de Vecinos La Traíña, a su presidente, Pepe García Rueda, y al propio colectivo Hualí, apoyando siempre las iniciativas culturales que se llevan a cabo en esta tierra.

Antonio Ortega apunta varios de los rasgos singulares y característicos de los poetas catalogados que se desplazaron hasta Almería: Inmaculada Pelegrín, investigadora de la vida; María Jesús Caro, actual presidenta del Grupo Espartaria, escritora de escenarios íntimos; Isabel García Amador, poeta de la luz; Pedro Felipe Granados, albojense, poeta de gozosos descubrimientos, colaborador cercano en cuantas propuestas culturales le hemos presentado desde esta tierra; Joaquín Mateos, reflexivo y profundo, y Ramona Molina Pinar, quien se ha incorporado recientemente a las labores del grupo literario.
Espartaria, entidad cultural nacida en Lorca, en 1999, ya casi una década, es un colectivo lleno de dinamismo, fruto del trabajo y la colaboración con poetas de otras comunidades; un grupo participativo y generoso, que se interna por la reflexión y el análisis de la palabra escrita, estudiando y compartiendo el discurso literario actual y la herencia del paso del tiempo. Hechos como éste merecen que celebremos, infinitamente, todos los días, el proceso de la buena literatura. Estamos convencidos, viéndolos a ellos y sintiendo su discurso vitalista, su feliz entrega a los demás, que el futuro de la poesía es posible y realizable. Ojalá pudiéramos decir también que, algún día, ese espíritu solidario y ese respeto debido sea posible en esta tierra. Almería quiere que los lazos de Espartaria abrace a la poesía. Porque los poetas de Espartaria son, ante todo, humanistas de la palabra. Que viven y sienten con esa piel llena de mensajes y de sensibilidad urgente con la que pueden y saben abrazar los poetas. Un lenguaje universal, un entusiasmo verdadero, que no atiende a convencionalismos, ni a imposturas, ni a compartimentos estancos. La creación requiere buenas dosis de libertad. Y eso hemos podido vivirlo y disfrutarlo.

La poesía española actual tiene un importante referente, humanista y conciliador en los integrantes del Grupo Espartaria. Y con ellos asistimos a la profundidad del discurso crítico, al instante y la magia de un positivo.
PILAR QUIROSA-CHEYROUZE Viernes, 22 agosto 2008

EN fechas recientes hemos tenido el placer de acompañar al escritor, profesor y traductor José Siles Artés, en el Centro Cultural de Garrucha, su pueblo natal, con motivo de la presentación del libro ‘La palmera del malecón’, un relato especialmente conmovedor, reivindicativo y poético, que contiene cincuenta breves e intensos capítulos, un trabajo que inaugura la colección Almejía de literatura para el Colectivo D. Tebeos, que ha sido magníficamente ilustrado por Félix Clemente Gerez, y que ha contado, en su presentación, con la colaboración del Área de Cultura del Ayuntamiento de Garrucha.
La personificación de un elemento vivo de la naturaleza, como es esta singular y alta palmera, entrañable desde el primer instante en que toma corpus de personaje activo, protagoniza cien años de historia y de vivencias, una narración intensa, tremendamente sugerente y descriptiva, que nos llama a participar del asombro cotidiano. Una palmera que nos habla, atendiendo a sus reflexiones y símbolos, con la voz de su autor y con la palabra de quien ha vivido aconteceres recreados en este espacio singular, abierto al mar y al análisis del progreso. Una historia que bebe de fuentes de la memoria, que ha visto pasar tiempos inclementes, de espacios oscuros, llenos de desarraigo y oscuras vicisitudes. La palmera, símbolo de la resistencia, en medio de ese triste vacío que soporta una ruinosa pista de tenis, de impactante prefacio decadente, testigo y símbolo de la caída de muchas pautas socio-económicas, la mayoría de las veces inmersas en procesos involutivos, como fue el descenso de la explotación minera a finales del siglo XIX, o con el paso del tiempo, la transformación de la propia burguesía, representante de una realidad pretérita, con los conocidos desequilibrios y desarraigos. Una palmera que asiste, con el paso del tiempo, a la caída de la monarquía, la llegada de una endeble República, que contempla los giros de la historia como fue la incivil guerra del 36, auspiciada por las fuerzas de las armas, que no de la razón y, sin embargo, porque la voluntad del autor así lo reclama, en todo el tramo de su existencia, hasta el final, sobrevive, enhiesta, en un espacio que reclama la esperanza.

Un paisaje de retratos sugerentes, de personajes reales, donde pervive el lenguaje del mar, los cauces de la historia, las contradicciones humanas, en un mosaico pleno de sensaciones. Hay referencias al progreso, con la llegada de la poderosa industria del cine o la necesidad vital del ferrocarril. Todo un hito de imágenes sobrecogedoras, como el capítulo dedicado a los náufragos del barco aliado durante la Segunda Guerra Mundial o la metáfora contenida en la descripción de una pita, inclemente paso del tiempo, o el destino de la propia palmera garruchera, con la insensibilidad añadida de aquellos que provocan el tremendo zarpazo de la especulación urbanística.
La mirada de José Siles Artés es testimonio fideligno de la observación, de los recuerdos, de conversaciones con el entorno y consigo mismo. Y, fundamentalmente, es un canto de amor a la tierra de Garrucha.
PILAR QUIROSA Viernes, 8 septiembre 2006

POR por un momento la película de los hechos: unas vacaciones veraniegas en casa, en búsqueda de paz y serenidad, que tanta falta nos hace, y rodeada, con el paso de las horas y de los días, de toda una suerte de incidencias y despropósitos que claman al cielo y a todas las constelaciones del universo conocido y por conocer. (Sorry, Plutón). Y, encima, no vienen los Rolling.

Imaginen, sí, un día normal. A las ocho de la mañana, diana. Máquinas en el Estadio de la Juventud, el ‘Emilio Campra’, con la puesta en marcha de un césped artificial que, por lo visto, nadie quiere. Y los más perjudicados, los deportistas que realizan ejercicios de lanzamiento, que se tendrán que marchar al Estadio Mediterráneo. Sí, máquinas con sonido ‘despertador’, con toques agresivos, de ruido infernal: un camión Pegaso, amarillo. Una apisonadora también amarilla. Un tractor amarillo. Falta el submarino. Por cierto, a los supersticiosos me dirijo: un color muy indicado para determinados eventos.
Y, se añade, de última hora, un camión-aguador, para variar, de color azul cobalto, conteniendo una leyenda en su parte frontal, donde se lee la palabra ‘Tejera’, que no ‘Tejero’. Golpe de efecto y sin palabras: en lugar de «quieto todo el mundo», parece escucharse «arriba todo el mundo, que comienza la función». Con un sonido persistente, de unidades motorizadas al acecho.
La película dura desde las ocho de la mañana a las ocho de la tarde. Qué alegre era mi valle, o mi calle: el mismo pitido zumbón, pi, pi, pi, consecuencia de la marcha atrás. (Siempre se ha dicho que no es muy recomendable. Sólo nos faltaba que, de penalti, llegaran más tractores a la zona. Y amarillos).
Continúa la jornada. Y a las doce de la noche, llega la hora de las brujas y de los brujos. Comienza la segunda parte de la función. Y aquí arriban, como salidos de la novela de William Golding, ‘El señor de las moscas’, unos nueve o diez ‘tiernos infantes’, encaminados hacia la zona de columpios, para dar la brasa y la traca (antes, durante y acabada la Feria), ruido de patines incluidos. Sí, los mismos que recuerdan, machacando con sus palos y aporreando insistentemente los barrotes del cuadrilátero, a las impresentables criaturas del ‘Marino que perdió la gracia del mar’, de Mishima e, incluso, todavía más, a los berracos hostigadores de ‘¿Quién puede matar un niño?’, de nuestro admirado cineasta y hombre de TV, Chicho Ibáñez Serrador. Toda una epopeya, como les cuento.

Pero, por si quieres arroz, toda la taza para ti, Catalina. Aparece en la escena nocturna un cuadro flamenco con sus ‘¿Oles!’,’¿Arza!’, y la serie de ‘Lorailos, lorailos’ que convierten la Avenida Madrid en el Corral de la Pacheca pero con noche toledana. A mí me encanta el flamenco, pero no con la insistencia y el rumbo de ‘lereles’ que se cuelan por los oídos a las dos de la madrugada; una actitud abortada, finalmente, gracias a la presencia policial, reclamada por un coherente vecino quien, a buen seguro, ha de madrugar mañana. Al día siguiente, una tregua veraniega. Mientras intento descansar, mi sobrina Helena me comenta que ha rescatado un galápago, que lo tiene en su casa y que sólo quiere comer chopper. Nada de lechuga. Qué poco vegetariano, oigan.
PUERTA PURCHENA
«Homenaje al expresionismo, con presencia de sombras chinescas, que mueven al espectador a centrarse en cada plano»
PILAR QUIROSA-CHEYROUZE Miércoles, 11 Abril 2018
En determinadas ocasiones, el mundo de la imagen rompe con la esfera de lo cotidiano y nos ofrece un horizonte lleno de descubrimientos. La última película del cineasta almeriense Manuel Martín Cuenca, ‘El autor’, nos lleva a reflexionar sobre el poder de observación y el acercamiento a una realidad que, sin duda, supera a la ficción. Realidad como verdad fílmica: «El camino es el proceso» en la recreación de un cuerpo narrativo intenso, basado en una novela de Javier Cercas, ‘El móvil’. Una película artesanal, Goya al mejor actor, Javier Gutiérrez, y a la interpretación de Adelfa Calvo, mejor actriz secundaria.

Para el ejercicio fílmico es indispensable captar el poder de la mirada, imágenes que están no sólo en el objetivo fotográfico, ya presente en la fascinación del propio metraje, sino en una apuesta que va más allá de la indiscreción de una ventana hitchcockiana, porque atraviesa todo un capítulo existencial donde la voz toma cuerpo, dejando testimonio narrativo de cuanto sucede en un taller literario (gran actuación de Antonio de la Torre) y en el piso-colmena. ‘Vivir, mirar y escuchar. Y después, escribir’, como se refleja en la película.
Las localizaciones cinematográficas de Sevilla proyectan un sentido etéreo, referencial, por donde se mueven los personajes: Puente de Triana, Callejón de la Inquisición, Dársena del Guadalquivir, Museo Antiquarium (conocido como Las Setas), que complementan un espacio concreto donde pueden recrearse los cimientos de una vida. El mundo pasa y sigue transcurriendo a través de unos fotogramas que vienen acompañados de una dirección impecable, de una verdad consistente, un mundo icónico, donde el protagonista, alejado de las pautas encaminadas a escribir un best-seller, reflejo de la abúlica sociedad consumista, anticipa su verdad: encontrar la voz personal, llegar a un territorio más allá del arte.

Homenaje al expresionismo, con presencia de sombras chinescas, que mueven al espectador a centrarse en cada plano. Martín Cuenca siempre ha sido un gran director de actores y en esta película, construye hábilmente, escena por escena, un recorrido impecable. Una partida de ajedrez nos remite a la película de Ingmar Bergman, ‘El séptimo sello’, el pulso de la vida más allá de la muerte, con trasuntos de actualidad como es la amenaza de un ‘ere’. Crítica social, soledad impuesta, que no elegida, los argumentos que la propia vida te va mostrando como las piedras del camino, la percepción de que el desencanto ha dejado su último baluarte. Diálogos sostenidos, encadenados, que van dejando su potencial huella: «Un país sin élite es un país perdido». Donde, desde varios ángulos, se satiriza la vida.
El autor es un manipulador de emociones y los personajes se mueven entre el azar y las circunstancias. Un juego narrativo donde se paga un alto precio para obtener el éxito. Imaginación abierta, esencia reflejada, como la pasión y el humor negro. La creación, al servicio de un buen texto, porque ‘la inspiración no está en los libros sino en la propia vida’. Con la memoria sentimental de una música compuesta por José Luis Perales. Una mirada libre, sincera y profunda.
PILAR QUIROSA Viernes, 9 febrero 2007
SIN duda, los últimos tiempos han supuesto una importante baza para el desarrollo potencial de la mujer desde el punto de vista de su realización personal, pautas de importantes cambios socioeconómicos, fruto de años de esfuerzo y de continuas y necesarias reivindicaciones.
Sin embargo, pese a la creciente incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, no es una sorpresa recordar que muchos de los buenos propósitos han quedado solamente en buenas intenciones y en ases añadidos a una baraja de proyectos, encaminados hacia la consecución de un mañana mejor.

Porque, es un hecho sobradamente demostrado, el llamado techo de cristal existe. Un espacio demasiado alto para escalarlo sin refuerzos, una vía mediatizada y llena de sombras.
Muchos muros y demasiados techos de cristal seguirán existiendo en un mundo liderado por los hombres, donde la mujer va a contar y seguirá contando con un espacio y un determinado lugar, siempre y cuando ésta dé pasos comedidos y nunca pasos certeros que caminen hacia la primacía de un puesto de gran responsabilidad. Los casos que han logrado pulsar la escalada son pocos y, por supuesto, nunca están igual de bien retribuidos que los del género masculino. Quedan muchos pasos por andar para llegar a un esquema igualitario. Muchos badenes y demasiados precipicios.
En realidad, son los niveles inferiores y medios de la escala laboral a los que aspiran la mayor parte de las mujeres, y las condiciones, por lo general, son mucho más precarias, teniendo que recurrir, en muchas ocasiones, a la posibilidad real del autoempleo para acceder a la economía de mercado.

Existen muchas iniciativas, y se fomenta la cultura emprendedora desde muchos cauces, pero son necesarios más recursos y mecanismos que permitan la presencia activa de la mujer en la sociedad que habita. Menos islas provisionales, más equilibrios y más dotaciones.
Y, sobre todo, no permitir que la mujer, por el hecho de serlo, se diluya, en cuanto a aspiraciones, en el único concepto de formar un hogar y cuidar a su familia. Las tareas y los fines a lograr han de ser totalmente paritarios.
El discurso femenino ha de centrarse en verdaderos logros, con capacidad de actuación y reivindicación. Un ancho y curvo camino por recorrer en una nueva era y contemplar el horizonte de la sociedad y la cosmovisión del mundo. A base de talento, ingenio y creatividad, mecanismos viables e impulsores para el desarrollo personal.
Sin duda, una serie de valores sociales que han creado, en los últimos tiempos, conciencias renovadas, esquemas nacidos desde la solidaridad y la generosidad, personas que trabajan en pos de la igualdad.
El papel histórico de la mujer a través de los tiempos ha de desembocar en nuevos planteamientos, en luchas reivindicativas, que no han de cesar en la consecución de la igualdad de oportunidades, para lograr la dignidad y ofrecer realidades, siguiendo perfiles y posibilidades. Un camino aperturista, amplio, sin trabas. Sobre todo, para desmontar mitos y avanzar hacia metas realizables.
«’Trece haikus’ se interna por un mundo de sensaciones que, metafórica y esencialmente hablando, representan la identidad de las antiguos civilizaciones»
PILAR QUIROSA-CHEYROUZE – Miércoles, 1 agosto 2018
La multiplicidad de elementos, a la hora de elaborar una andadura definida a través del arte, nos ha llevado a compartir una magnífica experiencia con motivo de la realización del proyecto ‘Transversalidad del espacio. Lugar de deseos’, dirigido por María Jesús Cueto Puente, doctora en Bellas Artes, profesora titular del Departamento de Escultura de la Universidad del País Vasco UPV/EHU, creadora de las dos instalaciones sonoras que han sido expuestas en el Museo Fondazione Orestiadi, en la ciudad siciliana de Gibellina, donde hemos colaborado con una aportación literaria.
‘Trasversalità del Mediterráneo’ (Instalación dorada. Museo) y ‘Arena e sale’ (Instalación plateada. Espacio Atelier), recogen el carácter interdisciplinar de la muestra, donde se contempla la participación del espectador, un trayecto que viene acompañado por la música al piano de Trevor Berens -en la primera de las instalaciones, donde se incorporan textos poéticos de mi autoría-, al que se une la actuación de la soprano Jessica Tunick y la realización técnica de la columna sonora de Jacques Burtin, para celebrar la esencialidad del legado mediterráneo a través del tiempo histórico. Una intervención que propone una investigación sobre la transversalidad del espacio como paradigma rizomático dentro de la interdisciplinariedad como método de creación del arte contemporáneo.
‘Arena e Sale’ recoge la creatividad del poema ‘Sinfonía de silencios’, de Natalia Gómez Linares (Bilbao, 1964-Grand Rapids, 2016), quien realizó su labor docente, como profesora de Lengua y Literatura, en el estado norteamericano de Michigan. Unos versos que contienen, a partes iguales, dosis de imaginario y realismo, intuidos a través del devenir de los días, «viaje de sueños submarinos/, donde decían esconderse/ los colores».

Mis poemas, ‘Trece haikus’, se internan por un mundo de sensaciones que, metafórica y esencialmente hablando, representan la identidad de las antiguas civilizaciones y el sentido de la mediterraneidad: Egipto: ‘Cálida noche/ Te entrego este papiro/ desde el silencio’, Fenicia púnica, la antigua Hélade, Roma, Imperio otomano, Repúblicas Marinaras de Venecia y Génova, Imperio español, Marruecos: ‘Luna creciente/. Enrejados caminos/ frente a la ausencia’. Argelia, Túnez, Libia y Siria: ‘Un faro de luz/ frente a tanta tragedia/. Voz y esperanza’. Trece mundos que reseñan la dimensión del arte, surgido desde el compromiso con la realidad social y el mensaje, desde el campo de la intuición y la experimentación crítica, desde el punto de vista sensorial. Todo un corpus de verdad y leyenda, por donde transita la voz poética, la percepción, el sentimiento y la imaginación. Cada instalación delimita un concepto de espacio más allá del tiempo, un camino reflejado en la cosmovisión del instante que combina estética externa y mundo interior, epicentro de intercambios culturales que conjugan voz, legado y sonido en movimiento, una reflexión ética y estética que visualiza el símbolo y el rito, acompañando a la creatividad.
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